DE CARTA EN CARTA ✍ por Carlos Fara

Primero fue la carta pública de CFK. Ahora es la carta del bloque de senadores del Frente de Todos sobre la negociación con el FMI. No queda claro si lo que predomina es una gran vocación epistolar o una lúdica, ya que todo el tiempo baja una carta del mazo. Lo que no caben dudas es que siempre impactan en el escenario político, sean de uno u otro tipo.

A nadie le gusta que lo “primereen” políticamente, generándole novedades que están fuera de su control. Al final, la política es una gran suma y batalla de egos por sobresalir y conducir. Como decía Napoléon –y adaptaba Perón- “en la mochila de cada soldado viaja el bastón de mariscal”. Nadie quiere perderse la oportunidad de conducir.

Como dijimos en más de una oportunidad en esta columna, Alberto no quiso hasta acá construir un albertismo para no sumar motivos de conflicto a su relación con Cristina. Pero una cosa es no tener un ala propia, y otra muy distinta es “enterarse por los diarios” de las movidas de su socia política, las que seguramente ella no consensua con él: se limita a informarle. Todo tiene un límite.

¿Cuánto impacta la carta de los senadores? Mucho? No. Nada? Tampoco. No es inocua, pero no se debería decir que echa por la borda toda la negociación que se está llevando. El alarmismo a veces parece un buen negocio. Analicemos esto con más detalle para no hacer un aporte a la confusión general.

La negociación con el FMI depende de:

  • qué propuesta haga el gobierno argentino,
  • qué señales dé el gobierno durante la negociación,
  • qué garantías dé el gobierno acerca de que puede cumplir con lo que se compromete,
  • cómo reaccionan los mercados y otros actores de peso dentro del país,
  • cómo toma el board (no los negociadores) todo lo que recogen, y
  • coordenadas políticas de nivel global.

En principio el gobierno estaría bien en los puntos 1 y 2 (presupuesto aprobado, señales de resistir más emisión, gestos market friendly para que se liquiden más divisas, mecanismo de actualización jubilatoria, etc.). El punto 6 parecería jugar a favor teniendo en cuenta la crisis mundial inédita que hace que haya poco interés en sumar un elemento más de turbulencia. Sobre todo después de que Argentina ya renegoció su deuda con los fondos de inversión.

El punto 4 no está bien, pero tampoco está mal. Al final del camino, si Argentina entra en descontrol por inflación y devaluación forzada, no habrá fondo de inversión que pueda cobrar. De modo que no queda claro cuál es la coalición de intereses de peso que quiera que todo vuele por el aire (los dolarizadores?).

Quedan entonces en interrogante los puntos 3 y 5, sobre los cuales sí hacen ruido cosas como la carta de los senadores. Para el staff del Fondo y los negociadores, la misiva es tomada como parte del folclore político. Pero en el board –donde están representados los países- es más complicado, ya que muchos países no sienten ninguna obligación particular con la Argentina, pueden ser más ortodoxos en sus exigencias y agarrarse de cualquier indicio negativo para bajar el pulgar.

Por lo tanto, no es que la carta senatorial no importe, pero tampoco es la clave para que se caiga o no la negociación. Para tener noticias catastróficas todavía deben pasar varias cosas. La ortodoxia por sí misma no garantiza un buen resultado: pocas veces hubo un tándem más market friendly que De la Rúa y Cavallo en 2001 y ya sabemos cómo terminó la historia.

Santa Soja sigue en alza. El gobierno piensa que si a eso le suma San FMI y el santo rebote económico llega a la elección 2021 tranquilo. Pero la política siempre mete la cola…

Fuente: 7 Miradas

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