Emmanuel Horvilleur en Obras: fiebre de sábado por la noche

En lo que podría ser considerada una reivindicación a la cultura disco, tanto desde el punto de vista musical como en el plano estético, Emmanuel Horvilleur hizo gala anoche de su glamour y su indiscutible buen gusto en el show presentación de «Aqua di Emma», su flamante última producción, en el mítico estadio Obras.

El concierto, que sintetizó la extensa trayectoria del artista a partir del sobrevuelo por todos sus discos, con especial parada en «Música y delirio», su primer trabajo solista que cumple 20 años, y en su fundamental etapa en Illya Kuryaki and the Valderramas (IKV), el recordado dúo junto a Dante Spinetta, mostró de manera cabal la coherencia sonora y visual sostenida a lo largo de toda su historia.

Con la sensualidad y el convite al desprejuiciado baile como factor común, Horvilleur desplegó un elegante pop, soul y funk, hermanados también por un tratamiento sonoro que evocó a las grandes formaciones del género.

Acaso la muestra acabada de ello haya sido la elección de canciones de su último trabajo en el bloque inicial y en el cierre del concierto, y la presencia como pinceladas en el medio de muchos de sus clásicos, como «Llamame», «No como», «Hit», «19» y «Soy tu nena», entre tantos, las cuales conformaron un convincente relato musical.

Para ello, el exIKV se rodeó de una banda que, al mejor estilo Jamiroquai, eludió todo tipo de solos y se concentró en consolidar un macizo bloque instrumental con funcionamiento de relojería, siempre con un naturalizado groove como norte.

Allí destacaron de manera pareja las irresistibles líneas de bajo de Valentino Sampaoli, la elástica muñeca de Martín Allende en guitarra, el combo rítmico armado entre Guillermo Osvaldo Salort en batería y Lautaro Passadore Tommasi en percusión, los climas creados por Aarón Miguel Gordonas en teclados, y las sobrias pero imprescindibles intervenciones corales de Abril María Olivera Avellaneda; a los que se sumaron la sección de vientos integrada por Ramiro Flores en saxo, Sergio Wagner en trompeta y Juan Canosa en trombón..

Como si estuviera llamado a unir a la Electric Light Orchestra, al Michael Jackson de «Off the Wall» y el Prince más cancionero, el músico conjugó toda una movida cultural que, como se marcó antes, se expandió a la puesta y al cuidado vestuario.

Los glamorosos trajes uniformados a partir de los colores claros, la mencionada bola de espejos gigantes y los juegos lumínicos, la pantalla de fondo y la presencia de Chiara Canossa, una encantadora niña que aportó pasos de bailes modernos como una auténtica profesional, dieron el marco adecuado a la velada.

Por supuesto que como toda celebración hubo invitados, en este caso, dos artistas que bien podrían ser considerados como emergentes de una escena musical de la que Horvilleur fue un ineludible gestor, como el caso de Mateo Sujatovich, quien asumió las partes que originalmente grabó nada menos que Gustavo Cerati en «19», y Juan Ingaramo en la paradojal «Hit».

También hubo un festejado ausente cuando llegó el bloque que evocó a IKV: pues los cánticos del público reclamaron por Dante Spinetta, soñando con una espontánea reunión del famoso dúo.

«No vino Dante. Si le mandan un Uber capaz que viene», replicó con gracia Emmanuel cuando acalló el coro que preguntaba: «¿Y Dante dónde está?».

Apenas unos minutos después de las 21, el concierto se puso en marcha con «Yo soy la disco», toda una declaración de principios que refirió tanto a lo que podía esperarse de esa velada como a lo que significa la figura del protagonista en la escena local.

Como para alimentar aún más la sensación de estar en un local bailable, se fueron sucediendo distintos bloques de canciones casi enganchadas, prácticamente sin intervenciones discursivas del frontman.

«Te daría» y «Boca» completaron el primer combo de canciones de «Aqua di Emma» para luego dar paso al repaso de temas de otros discos, en un viaje que inició con «Mil días», en un plan más soulero y sensual.

«Llamame» y «No como» provocaron una primera gran explosión en medio del baile colectivo que había iniciado ya en la primera canción, la cual buscó apaciguarse como para recargar energías con «Yo lobo».

El disco-funk más furioso regresó con «Somos nosotros» y «Japón», que sumados a la sugerente «En mi cama» dieron cuenta de que las distintas etapas discográficas de Horvilleur son en realidad capítulos de una gran obra integral.

El primer turno de los invitados recayó sobre Juan Ingaramo para acompañar en «Hit», el tema en el que Emmanuel proclama «yo nunca perseguí el hit», muy a pesar de que pareciera condenado a él.

Le sucedió «Amor loco» un corte presentado como «un tema para cantar el sábado a la noche», el cual antecedió al segundo invitado, Mateo Sujatovich, quien se trenzó en un duelo de punteos de guitarra y puso su voz al servicio de «19», en un bloque que concluyó con «Tu hermana».

«Vi un montón de shows grosos acá», recordó Horvilleur, como cayendo en la cuenta del valor simbólico del llamado «Templo del Rock», entre los cuales mencionó a Los Red Hot Chilli Peppers y a Beastie Boys, tal vez dos de sus referencias a la hora del rap.

La evocación a ese pasado no fue casual puesto que había llegado el pasaje dedicado a «Música y delirio», su debut solista de hace 20 años, momento en el que sonaron «Soy tu nena», «Té de estrellas» y «Hermano plateado».

El viaje en el tiempo se extendió a un celebrado medley de IKV que precisamente hizo hincapié en la faceta rapera del dúo con la seminal «Fabrico cuero», «Abarajame» y «Ula Ula», un recorrido que unió los dos extremos de la trayectoria del grupo, con un descanso en tal vez uno de sus mayores éxitos.

«La realidad es que este tema me encanta tocarlo con Dante. Ya lo vamos a volver a tocar y sino lo voy a intimar», confesó y bromeó a la vez, antes de prolongar el bloque de IKV con «Jugo», una canción que su propio excompañero también interpretó en su último gran concierto solista, ofrecido en junio pasado en el teatro Ópera.

Para el primer cierre antes de los bises, quedaron «Negra monamour» y «12.30», que permitieron mantener el mood bailable.

La despedida fue tomando forma con una suerte de coda al bloque IKV, en este caso la bella «Abismo», en el único pasaje intimista y acústico, abordado desde la guitarra acústica y la trompeta.

«Novia de los planetas», con dedicatoria a su madre, regresó el concierto al terreno de «Aqua di Emma»; «Radios» propuso un último hit antes del cierre con la también reciente «Abrazarnos», coescrita con su hermano Lucas Martí, la cual cerró el círculo familiar y puso además el broche a un paseo de dos horas por el lado más cool de la música local.

Entradas relacionadas