Señor Macri, un poco de autocrítica por ✍ Jeremías Del Rio

Muchas cosas deslizó el ex presidente en su última nota ante Joaquín Morales Sola (“desde el llano”-TN). Muchas.

Desde la invocación de ideales y abstracciones (defensa del trabajo, libertad, optimismo por el futuro, etc.), hasta críticas puntuales de situaciones recientes (principalmente, la gestión de la pandemia por parte del actual gobierno), sus expresiones se conformaron en una especie de discurso reflexivo sobre su gestión y la actualidad.

Hasta acá, bien. Todo el mundo tiene derecho a realizar su reflexión, sea pública o privada. Analizar que se hizo bien, que se hizo mal, que dejó para el país su paso por el poder… Y otras tantas cosas que se pueden involucrar en tal maduro acto. 

Ahora, de autocrítica, poco. Mucha transferencia de culpas, a propios y ajenos, en lo que pareció una reafirmación, aunque un tanto más meditada, de aquel fatídico discurso post paso.

Sin embargo, y más allá de esto, quizá más producto de “sincericidios” que de autopercepciones sanas, hay algunas cuestiones que no pueden obviarse del discurso:

En primer lugar, Macri habla de “delegaciones de poder”, fundamentalmente, en lo que refiere a la negociación política durante su mandato. El ex presidente, habría “dejado” tan importante tarea en manos de “todo ese grupo” (Monzo, Frigerio, etc.), desentendiendose. De esta manera, expresa que se habría centrado en “negociar” con el sector empresario y perdió de vista “otras cuestiones”. También se suma que no habría “estado ahí” con Patricia Bullrich en la lucha contra el Narcotráfico. 

En segundo lugar, Macri, apabullado por la realidad, perdió –en un momento de su gestión- la “capacidad de escuchar”, que luego habría recuperado. 

En tercer lugar, que su gestión económica “terminó el 11 de agosto (2019)”. Esto difiere a lo que todos creíamos, o que sería producto de lo natural; esto es, que su gestión (entre ellas, la económica, claro está) habría terminado el día de la finalización de su mandato como presidente

Amén de esto, se limitó a denunciar como “insuficiente” su gestión de gobierno, que según sus palabras (que le recordó el entrevistador) equivale a las resultas de su lucha contra la pobreza; por ende, insuficiente.

El resto de la entrevista, fueron justificaciones de sus actos de gobierno, frases ideales de tinte económico-social, así como denuncias de “irracionalidad” en la que se encontraría el peronismo: cooptado (según su criterio) por la vicepresidenta de la Nación, quien sería la verdadera conductora del gobierno.

Interesante. Aunque sería muy auspiciante escuchar al ex presidente ser entrevistado en un contexto más “inquisitivo”.  Alguien que pregunte, repregunte, y que haga foco sobre muchos puntos que quedaron inconclusos y que aquí –someramente- apuntamos. Quien ganaría entonces, sería la democracia. 

Luego de lo expuesto, a modo de reflexión, nos surgen algunos puntos:

De primera, no olvidarnos que quien manifiesta estas cuestiones, es un ex presidente de la Nación, que de base entregó un país endeudado en más de U$ 80 mil millones de dólares, fugados en gran parte, en un mecanismo que no termina de cerrar (entre otros tantos) y respecto del cual restan aún explicaciones serias. Cuanto menos, la mala (pésima) práctica económica de su gestión, debe estar siempre sobre la mesa. 

De segunda, si bien todos tenemos derecho a opinar y principalmente él en carácter de “líder” de la oposición, sería propio del buen tino de su peculiar posición, no realizar críticas tan “radicalizadas” o de cierre, mucho menos en una situación de extrema sensibilidad social y política, que tiene más grises que claros u oscuros. En palabras más concretas: no tirar leña al fuego. Guardar mesura, prudencia, si se quiere. Es lo mínimo que se le puede pedir a alguien que gobernó al conjunto de los argentinos por cuatro años.

De tercera, y que nos conmueve, es hasta donde resulta moralmente constructivo escuchar estas cosas, estos “consejos” deslizados por alguien que, luego del fracaso rotundo al que llevó al país –en un contexto mucho más auspicioso que el actual-, no solo no termina de reconocer errores, sino que se sostiene en delegaciones de culpas (a propios y ajenos), presentándose –sin sonrojarse- como gurú de la buena práctica política, social y económica; juzgador de la realidad y estandarte del buen futuro.   
Por último, no olvidar que, al final de la nota, Macri pidió “acordar con el gobierno”… Quizás ahí, se encuentre la verdadera raíz/motivación de su controvertida propuesta.

Fuente: Enlacepolitico

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