El Ejército de Sudán rechazó cualquier intervención de la comunidad internacional

El Ejército de Sudán rechazó hoy cualquier posible «intervención» o injerencia por parte de la comunidad internacional en el marco de los combates con las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y pidió a la ONU que condene las acciones de ese grupo paramilitar, mientras los combates no cesaban y el país seguía al borde de otra guerra civil.

«Si bien respetamos y valoramos las iniciativas regionales e internacionales, cualquier intento o dirección de intervención externa perjudicaría, complicaría la situación, alimentaría el conflicto y contribuiría a su sostenibilidad», expuso el Ejército en un comunicado, según la agencia de noticias Europa Press.

El Ejército resaltó que, pese a que está abierto a todas las iniciativas «constructivas» para «restaurar la situación humanitaria», así como «el camino hacia la normalidad», el conflicto entre las partes «sigue siendo un asunto puramente interno».

De esa forma, pidió a la ONU y a sus organismos que condenen la «rebelión» liderada por las paramilitares RSF.

A la vez, enfatizó la necesidad de que insten a la otra parte a «obedecer las órdenes» del Ejército y detener los combates.

Insistió además en que los esfuerzos de la comunidad internacional para el cese del fuego «deben establecerse en el principio de un solo Ejército nacional con el objetivo de cumplir con su función constitucional de defender la soberanía e independencia del país».

Las hostilidades estallaron en el marco de un aumento de las tensiones en torno a la integración de las RSF en el seno de las Fuerzas Armadas, parte clave de un acuerdo firmado en diciembre para formar un nuevo gobierno civil y reactivar la transición abierta tras el derrocamiento en 2019 del entonces presidente, Omar Hasán al Bashir, dañada por el golpe de estado de octubre de 2021, tras el cual cayó el primer ministro de unidad, Abdalá Hamdok.

Sin embargo, la negativa del líder de las RSF, Mohamed Hamdan Daglo, alias Hemedti, a las condiciones de esta reintegración derivaron en nuevas tensiones.

Estas provocaron aplazamientos en la formación del nuevo gobierno de transición y combates que dejaron más de 700 muertos, según el balance oficial, si bien un sindicato de médicos sudanés elevó a más de 860 el número de fallecidos.

Arabia Saudita y Estados Unidos reiteraron ayer su disposición a que «continúen las discusiones» entre los dos bandos que desde el 15 de abril se enfrentan de cara a un nuevo alto del fuego «efectivo», tras las últimas treguas fallidas.

Según Arabia Saudita, los representantes del Ejército y de los paramilitares sudaneses todavía se encuentran en la ciudad saudita Yeda, a orillas del mar Rojo, donde las negociaciones están oficialmente suspendidas.

Los combates, que entran ya en su octava semana, siguen causando estragos, sobre todo en Jartum, la capital, y el estado occidental de Darfur.

«Arabia Saudita y Estados Unidos quieren que continúen las discusiones entre las dos delegaciones sudanesas para facilitar la ayuda humanitaria», dijo la cancillería saudita en un comunicado.

El miércoles pasado, el Ejército se retiró de las discusiones que debían conducir al establecimiento de corredores seguros para civiles y para el suministro de ayuda humanitaria.

Un día después, Estados Unidos y Arabia Saudita anunciaron que las conversaciones se habían suspendido.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, visitará Arabia Saudita desde mañana al próximo jueves.

El Ejército sudanés dirigido por el general Abdel Fattah al Burhan y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) del general Daglo, reanudaron sus combates en el oeste de la capital del país, Jartum, y la vecina Omdurman, tras el último colapso de las conversaciones para prorrogar la precaria tregua establecida el mes pasado con los dos países mediadores.

Sudán está sumergido hace años en una grave crisis política y social que se vio agravada por los combates entre el Ejército y los paramilitares, que ya dejaron unos 1.800 muertos y más de un millón de desplazados y refugiados, según la ONU.

La situación es especialmente alarmante en Darfur, una región que aún se recupera de una cruenta guerra que comenzó en 2003 entre minorías étnicas y el gobierno del autocrático mandatario al Bashir.

Bashir gobernó hasta 2019, cuando fue derrocado por una ola de protestas y sustituido por un gobierno civil de transición que en 2021 sufrió un golpe de Estado de la mano de los por entonces aliados Al Burhan y Daglo.

Con el tiempo ambos generales se fueron distanciando, en especial por el debate sobre integrar o no a las FAR en las Fuerzas Armadas.

Los dos cuentan con patrocinadores externos en el mundo árabe: Egipto apoya a Al-Burhan y Emiratos Árabes Unidos, a Daglo.

Con 45 millones de habitantes y situado en el este de África, Sudán es uno de los países más pobres del mundo y registra ya dos guerras civiles en su traumática historia, situación susceptible de volver a repetirse en el actual contexto bélico.

Antes del conflicto, Sudán tenía en su territorio a más de 1 millón de refugiados, en su amplia mayoría procedentes del fronterizo Sudán del Sur, que se declaró independiente de la parte norte en 2011 a cabo de una guerra civil.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) estima que entre 2 y 2,5 millones de personas podrían empezar a pasar hambre en los próximos meses, lo que implicaría que más de 19 millones, dos quintas partes de la población padecerán inseguridad alimentaria a corto y medio plazo.

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