El expolicía que ayudó a Jorge Mangeri y fue condenado a 4 años de cárcel está prófugo hace nueve meses

El primo expolicía de la esposa del asesino de Ángeles Rawson, Jorge Mangeri, está prófugo de la Justicia hace nueve meses porque nunca se presentó a cumplir los cuatro años de cárcel que tiene de condena por haber cometido falso testimonio en dos oportunidades para favorecer al portero femicida, informaron fuentes judiciales.

Se trata de Cecilio Antonio Saettone (62), quien si bien ahora está retirado de la fuerza, al momento del crimen de Ángeles -del que hoy se cumplen 10 años-, se desempeñaba como oficial mayor de la Policía bonaerense destinado en la comisaría de General Pacheco y a la vigilancia de la planta de la automotriz Ford en esa misma localidad del partido de Tigre.

Saettone (62) fue condenado a cuatro años de prisión el 6 de diciembre de 2017, en un juicio realizado ante el juez Luis Salas del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de la Capital Federal, por dos hechos de «falso testimonio agravado», tal como lo había solicitado la fiscal de ese juicio, Mónica Cuñarro.

En ese momento, Saettone quedó en libertad hasta que la condena quedara firme.

La Sala 2 de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional confirmó la sentencia el 18 de diciembre de 2020, pero la defensa de Saettone -en el juicio estuvo a cargo del abogado Flavio Ojeda Carrasco-, formuló nuevos planteos que finalmente fueron rechazados por completo en 2022.

Dos fuentes judiciales, una del TOC 1 que lo condenó, y otra de la Fiscalía 1 ante los Tribunales Orales en lo Criminal y Correccional que actuó en el debate, confirmaron a Télam que Saettone nunca se presentó a cumplir su condena y que está formalmente prófugo desde el 16 de septiembre de 2022, cuando el tribunal oral dictó su captura.

A su vez, el fiscal Horacio Azzolin -ahora a cargo de la fiscalía del juicio-, le pidió colaboración a la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri) que dirige su colega José María Campagnoli, para encontrar y detener al fugitivo, según confió a Télam una de las fuentes consultadas.

Saettone siempre estuvo bajo la lupa de los investigadores del caso Ángeles por ser quien presuntamente asesoró a Mangeri para que inventara que había sido apremiado por policías y para que enmascarara con quemaduras los arañazos que la adolescente de 16 años le provocó en distintas partes de su cuerpo cuando quiso defenderse del portero.

Según lo planteado por la fiscalía en el juicio oral, el expolicía colaboró con Mangeri antes de que éste fuera detenido y mintió para favorecerlo en dos oportunidades: en 2013 cuando fue a declarar ante el juez de instrucción Javier Ríos, y en 2015 cuando lo hizo ante el TOC 9 en el juicio oral al portero.

El hecho puntual sobre el cual para la fiscalía y el tribunal mintió, es un encuentro que Saettone tuvo con Mangeri el 14 de junio de 2013, horas antes de que terminara detenido por el crimen de Ángeles, en General Pacheco donde el ahora condenado trabajaba vigilando la fábrica de Ford.

Según Saettone, en ese encuentro Mangeri le preguntó qué haría si él tuviera algo que ver con el crimen de Ángeles y él le contestó «te meto preso», aunque luego el concubino de su prima le negó cualquier vinculación con el hecho y le dijo que estaba amenazado.

La fiscal Cuñarro probó en el juicio que, al declarar sobre ese encuentro, Saettone mintió cuando dijo que había durado «entre 15 o 20 minutos», cuando en realidad duró al menos dos horas, según los registros de la tarjeta SUBE que Mangeri utilizó ese día para llegar a General Pacheco.

Cuñarro argumentó que era imposible que habiendo dialogado cara a cara, en una camioneta, Saettone haya dicho que no vio las heridas que Mangeri tenía en su cuerpo, especialmente un rasguño en una de sus mejillas que, según se estableció, la víctima alcanzó a provocar durante el ataque.

En el juicio, Cuñarro dijo que Saettone «se presentó a declarar como un testigo imparcial» cuando en realidad su propósito fue «mejorar la situación procesal del marido de su prima», que planeó una «estrategia encubridora» y que asesoró a Mangeri porque su familia le pidió que «le diera una manito».

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