La crisis alimentaria, una de las prioridades del G20

Los países que forman el G20 acordaron de cara al comunicado final la necesidad de aumentar la capacidad productiva de alimentos, promover la equidad en el comercio de bienes agrícolas e incentivar la innovación de los campesinos, adelantó a Télam el representante del Gobierno de Indonesia encargado de negociar los acuerdos con los ministros del área.

El titular del Grupo de Trabajo de Agricultura del G20, Kasdi Subagyono, indicó que “la alimentación es un derecho humano” y explicó que esa premisa guio los trabajos con los responsables de los países que participan de los debates en Bali, en los que la crisis alimentaria es una de las prioridades de la agenda.

“Elaboramos un comunicado en el que todo el mundo está de acuerdo. En primer lugar, hablamos de cómo aumentar la capacidad de producción y la resistencia del sistema alimentario, así como también su sostenibilidad”, expresó el funcionario indonesio.

“En segundo lugar, tratar de promover la equidad, la transparencia y la no discriminación en el comercio de productos agrícolas. Y en tercer lugar, incentivar la agroempresa campesina”, añadió.

“Todos los participantes están completamente de acuerdo con estos puntos, aunque no hay consenso sobre agregar un párrafo que habla de la tensión geopolítica”, dijo Subagyono, en referencia a la distancia entre los países sobre la invasión rusa a Ucrania y sus consecuencias, en este caso sobre el comercio mundial de alimentos.

Antes del conflicto, Rusia y Ucrania producían en conjunto un tercio del trigo mundial, mientras que Kiev a su vez es un gran exportador de otros cereales y Moscú de fertilizantes.

Parte de esta carga fue desbloqueada con un acuerdo firmado en julio para abrir la ruta comercial por el mar Negro, aunque el pacto, firmado con la mediación de Turquía y la ONU, vence el 19 de noviembre y todavía no hay certezas que sea prorrogado.

La guerra impactó en los precios de los alimentos y de los fertilizantes y esto genera un aumento del costo de producción, mientras que el precio de las ventas no se incrementó significativamente. Esto significa más dificultades para el agricultor”, explicó Subagyono.

“Así que se debatió en el Grupo de Trabajo en no restringir la exportación de alimentos y todos estuvieron de acuerdo”, manifestó.

“La alimentación es un derecho humano. Eso significa que no deben existir fronteras para restringir su distribución”, añadió.

Sobre el impacto de la guerra en el mercado alimentario de Indonesia, el funcionario reconoció el golpe por el faltante de fertilizantes, así como también la interrupción en la importación de trigo ucraniano, que antes de la guerra era de tres millones de toneladas anuales.

Sin embargo, lo contrapuso con la producción local de arroz, producto básico de los platos indonesios, que alcanzó más de 10 millones de toneladas, más de lo que consume el mercado local.

“Tenemos un excedente de arroz y se siguieron las órdenes que instruyó el presidente (Joko) Widodo de utilizar parte de ese excedente para ayudar a otros países que lo necesitan”, recalcó.

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