La reconocida periodista recorre una larga lista de compatriotas que nos hacen sentir orgullosos de haber nacido en esta tierra americana.
Francisco, papa desde 2013.
Cuando en 2013 Jorge Bergoglio fue ungido como Papa Francisco por el conclave cardenalicio reunido en el Vaticano, un periodista de uno de los diarios chilenos más tradicionales publicó un editorial con el siguiente título: “Los argentinos tienen un Papa porque creen que lo pueden tener”.
La afirmación, a pesar del tiempo transcurrido, me sigue planteando varios interrogantes. ¿Es tan así? ¿Realmente los argentinos creemos que somos merecedores de toda conquista? ¿Desde dónde nos llegan esas certezas? ¿Cómo se construyeron? Tal vez, estos tiempos de pandemia sean propicios para encontrar respuestas sobre qué significa pertenecer a este pueblo del sur de Latinoamérica.
Los invito a compartir un recorrido….
César Milstein, Nobel de Medicina 1984.
Tenemos cinco premios Nobel: Carlos Saavedra Lamas (Nobel de la Paz 1936); Bernardo Houssay (Fisiología y Medicina 1947); Luis Federico Leloir (Química 1970); Adolfo Pérez Esquivel (de la Paz 1980) y, César Milstein (Medicina 1984). Todos egresados de la escuela o la universidad pública y gracias a los conocimientos allí adquiridos, accedieron a becas internacionales.
Juan Vucetich creó un sistema de identificación de las personas por sus huellas dactilares que de inmediato se erigió como indispensable para toda investigación criminalística.
Jorge Luis Borges, varias veces candidato al Nobel de Literatura,fue editado en todas las lenguas. Pero sería injusto soslayar a intelectuales de procedencia tan diversa como José Hernández, Oliverio Girondo, Raúl Gonzalez Tuñon, Alfonsina Storni, Raúl Scalabrini Ortiz, Leopoldo Marechal, Victoria Ocampo, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Osvaldo Soriano, Pacho O’Donnell, Roberto Cossa o Mauricio Kartun, por solo mencionar algunos.
El universal Jorge Luis Borges.
Hago un paréntesis para comentarles que en los 80’ encontré en la librería de la Universidad de Vinlus (Lituania) una edición bilingüe del Martin Fierro queregalé a la guía rusa que acompañaba a un grupo de periodistas argentinos que habíamos sido invitados a conocer la Unión Soviética en verano. Inevitablemente cada vez que alguien se enteraba de que veníamos de Argentina, nos preguntaban por Lolita Torres. Es que sus tiernaspelículas ayudaron a muchas familias a sobrellevar la pérdida de tantos seres queridos en la Segunda Guerra Mundial.
La potente obra de León Ferrari sigue siendo requerida para su exhibición en los grandes museos, en tanto que Antonio Berni, Carlos Alonso, Antonio Seguí y Julio Le Parc también nos representan.
Quino y la hija que le dio su pluma, Mafalda.
Quino y Mordillo, por solo mencionar a dos grandes, fueron y siguen siendo reconocidos universalmente por su talento al servicio del dibujo humorístico.
Hace más de un siglo, los «Locos de la Azotea» concretaron en 1920 la primera emisión radial del mundo, trasmitiendo «Faltaff», la ópera de Giuseppe Verdi,desde los altos del teatro Coliseo.
Fueron pioneros como también lo fue Sandro en 1970, cuando protagonizó un show totalmente en castellano desde el Madison Square Garden de Nueva York, en lo que fue la primera trasmision via satélite a las principales ciudades de las tres Américas.
Martha Argerich, la más virtuosa al piano.
Martha Argerich la grandiosa pianista, sigue asombrando al mundo por su apasionada forma de interpretar a Chopin, Prokofiev o Rachmaninof, desde que en 1965 obtuvo el primer premio del Concurso Internacional de Piano Frederic Chopin.
¿Y Julio Bocca, que a los 18 años obtuvo la medalla de oro del 5° Concurso Internacional de Danza de Moscu, el más importante del mundo? Desde entonces, además de haber sido primer bailarin del American Ballet Theatre de Nueva York, fue aclamado en los más prestigiosos escenarios.
¡Y ganamos dos Oscars a la Mejor Película de habla no inglesa! Con «La historia oficial”, de Luis Puenzo, y “El secreto de sus ojos”, de Juan José Campanella. Sin olvidar las otras cuatro nominaciones: “La tregua“, de Sergio Renán, “Camila”, de María Luisa Bemberg; «El hijo de la novia», de Campanella; y «Relatos salvajes», de Damián Szifrón. Asimismo, nuestroscineastas lograron 18 premios Goya en la categoría Mejor Película Iberoamerticana, entre ellos Eduardo Mignogna, Carlos Sorin, Marcelo Piñeiyro, Adolfo Aristarian, Leonardo Favio, Alejandro Doria, Pablo Trapero o Tristán Bauer. Más los premios obtenidos en los Festivales de Cannes, Sundance y San Sebastián, entre otros.
El coliseo máximo, nuestro Teatro Colón.
El Teatro Colon es famoso en el mundo por su acústica. Sedujo a cantantes como Enrico Caruso o directores como Arturo Toscanini, al punto de viajar en barco durante tres semanas para comprobarla.
Buenos Aires tiene más salas teatrales que Nueva York, Londres, Madrid, Paris o Roma. Y sus dramaturgos, actores, directores, coreógrafos, escenógrafos, vestuaristas, iluminadores son convocados habitualmente para trabajar en las mejores salas del planeta. Ademas es la única ciudad donde en las vacaciones de invierno se producen no menos de 200 espectáculos para chicos, ya que el teatro infantil tiene identidad propia en nuestro país.
Y si de identidad se trata, tenemos el más reconocido equipo de investigaciones que ha sido convocado para resolver los más complejos temas: el Equipo Argentino de Antropología Forense.
En la época en que los grandes guionistas escribían para televisión, recuerdo que el final de “La extraña dama”, novela protagonizada por Luisa Kuliock, paralizó totalmente a Italia,
Mercedes Sosa encarna todas las voces, todas.
Tenemos un folkore absolutamente diverso, con enormes creadores como Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú, Armando Tejada Gómez, Ariel Ramírez, Horacio Guarany, Raúl Barboza y una intérprete que los simboliza a todos: Mercedes Sosa.
De Gardel a Piazzolla, el tango nos identifica en los cinco continentes de la mano de Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Enrique Cadícamo, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Eladia Blázquez, la Tana Rinaldi o las giras de «Tango Argentino», con la milonga de Juan Carlos Copes y Virulazo.
En lugar de tocar lo que nos llegaba de afuera, decidimos inventar el rock nacional con Litto Nebbia, Pajarito Zaguri, Tanguito, el Flaco Spinetta y tantos otros, además de la música de protesta y por los derechos humanos encarnada por el gran León Gieco.
Pero nos ingeniamos para otras cosas. Asi como nosotros recibíamos a escondidas cassetitos de la Nueva Trova cubana durante la dictadura, fue conmovedor comprobar que en tiempos del franquismo a los españoles les hicimos llegar de «contrabando» los textos de Federico García Lorca, Miguel Hernández y de tantos otros editados en Argentina.
Diego en 1986: la gloria eterna.
Con la misma naturalidad recibimos a tantas hermanas y hermanos de la Patria Grande para que se eduquen en nuestras universidades públicas y facilitarles también que accedan a nuestros hospitales públicos.
Ni hablar del deporte. En los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952, la dupla deTranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero logró el oro en remo. Tuvimos a Fangio, a los Gálvez, a Vilas y a Gaby Sabatini. Y si bien ganamos dos mundiales de fútbol, nunca nada alcanzará la gloria del Diego.
Somos hijos de aquellos sabios y primitivos pueblos originarios, preparados para la adversidad y que con tanta valentía integraron el Ejercito de los Andes, al igual que aquellos primeros afroamericanos que no dudaron en ofrendar su vida en la misma lucha.
Más tarde, a esa notable fragua se sumaron esa inmensa cantidad de inmígrantes que llegaron a nuestra Patria escapando del hambre, las guerras y las persecusiones. Ellos nos legaron no sólo su capacidad de trabajo, conocimiento de múltiples oficios y artesanías sino que además nos trasmitieron su capacidad de lucha, resistencia y pensamiento liberador.
Sin precedentes, la condena a las juntas militares de la dictadura.
Por todo eso es que nos convertimos en la primera sociedad que mostró al mundo que los crímenes de lesa humanidad debían y podían ser juzgados. Se condenó a las juntas responsables de la sangrienta dictadura cívico-militar-eclesiástica, y con mayor o menor ayuda -según el poder neoliberal de cada década-, los genocidas siguieron siendo juzgados y condenados.
No tengo dudas de que de los jóvenes que lucharon denodadamente por la justicia social nacieron las valientes madres y abuelas que arriesgaron sus vidas en busca de sus hijos y sus nietos desaparecidos.
Porque los que nos criamos en este suelo tenemos claro que, como en pocos países de la Patria Grande y de muchos otros lugares, nosotros gozamos de lo que se llama movilidad social. Y de ahí, precisamente -pese a que tantas veces trataron de humillarnos y destruirnos- surge nuestra autoestima como pueblo.
Con tantos logros que nos preceden, comprendimos que podíamos soñar que las utopías son posibles.
Pero también que los derechos conseguidos se pueden perder y que por eso tenemos que estar atentos.
Debemos defender nuestra legítima autoestima recordando todos los días la calidad de pueblo que somos.
Es cierto, todo es posible. Estamos convencidos de que podemos lograrlo.
Francisco y Maradona, el orgullo de que sean argentinos.
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