Monseñor Lozano advierte que «las desigualdades sociales son violencia»

El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano, afirmó hoy que hay «una sociedad enferma de violencia y agresiones» y advirtió que «las desigualdades sociales son violencia», porque «mientras unos pocos disfrutan de un bienestar de derroche y despilfarro, son miles los que duermen en la calle y los niños indigentes sometidos a alimentación deficiente».

«Vivimos en una sociedad enferma de violencia y agresiones. En las familias, los femicidios, los malos tratos, los abusos sexuales; en el barrio, en los robos seguidos de muerte y golpizas crueles», sostuvo Lozano.

Y alertó que «las desigualdades sociales son violencia. Mientras unos pocos disfrutan de un bienestar de derroche y despilfarro, son miles los que duermen en la calle y los niños indigentes sometidos a alimentación deficiente».

El prelado, quien apeló a la encíclica ‘Fratelli tutti’ del papa Francisco, dijo que «el agotamiento de los bienes comunes de la creación constituye un maltrato a la obra de Dios destinada para toda la humanidad y no para el consumismo prepotente de un pequeño grupo».

«Se presenta la angustia que impone el crimen organizado que se mueve impunemente ante la inoperancia de los poderes del Estado de Derecho. Venta de armas, narcotráfico, trata de personas para la explotación sexual y laboral, y el tráfico de órganos», enumeró, y aseveró: «Son una vergüenza que clama al cielo y no nos puede dejar indiferentes».

Acerca de la encíclica, Lozano destacó en su mensaje «la preocupación permanente en el corazón de Francisco por las guerras, la exclusión de los migrantes y los descartados de la sociedad», informó la agencia AICA.

También advirtió sobre «la creciente polarización ideológica y política» y dijo que «es un gran obstáculo para el diálogo y denota una falta de respeto por quienes piensan distinto».

«El problema no se soluciona con una ‘estética política’, como si lo necesario fuera una foto mintiendo una amistad tan inexistente como no deseada», advirtió.

«La cuestión es que mientras los dirigentes se pelean y se enfrentan en cruces verbales que descalifican, la ciudadanía pierde confianza y no se siente respetada. Se discute acaloradamente, pero no se buscan soluciones a los problemas concretos», lamentó.

El arzobispo consideró que «en el continente se produce un debilitamiento del sistema democrático y una crisis de representatividad».

«Disminuye la participación en las cuestiones públicas, salvo las que son bien cercanas en razón de la vecindad. Por ejemplo: la seguridad en el barrio, el merendero, las cloacas. Pero no en las cuestiones estructurales de la educación, la salud, la pobreza», abundó.

Acerca del rol de la Iglesia católica, dijo que «se mira a sí misma en el espejo de la Palabra de Dios, a la luz del Espíritu Santo; pero el desafío es ‘no maquillar’ las arrugas y esconder los defectos, sino realizar un proceso de conversión pastoral que le devuelva la belleza con que Jesús la creó».

Por ello Lozano rescató la misión de la Iglesia de su «salida a las periferias» pero aclaró que «no se trata de ‘salir por salir’, sino de ‘salir para ir’ al encuentro de quienes habitan en las periferias geográficas y existenciales».

En su mensaje recordó los temas abordados en el encuentro sinodal del Cono Sur y lo allí señalado en cuanto al «distanciamiento de las Iglesias locales de la realidad, de los gritos que vienen de las tierras y de los pueblos, de las diversas realidades de las personas en vulnerabilidad, de las periferias'».

Y destacó el rol de la Iglesia, en cada comunidad, como «refugio para heridos y rotos» y «hospital de campaña» que recoja «los descartados y desechados por la sociedad».

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