Apenas asumió la Secretaría de Trabajo, el Coronel Perón, dejó en claro su
pensamiento: “Los patrones, los obreros y el Estado constituyen las partes de
todo problema social. Ellos, y no otros, han de ser quienes lo resuelvan,
evitando la inútil y suicida destrucción de valores y energías. La unidad de
esas tres partes deberán ser la base de acción para luchar contra los verdaderos
enemigos sociales, representados por la mala política y las ideologías
extrañas”(2/12/43) Y para no abundar, pues durante todo 1944 dio más de cien
discursos, tomo al azar el del 1 de mayo, aunque la idea se repite en casi todos
(ver tomo 6 de sus obras completas): “Buscamos suprimir la lucha de clases,
suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y patrones, al amparo de la
justicia que emana del Estado.”
Simplificando, Perón se levantó desde el centro del Estado para combatir la
filosofía de la lucha de clases, esto es derrotar al comunismo, al socialismo y
al anarquismo que tenían bajo su control al movimiento obrero.
Abierto el proceso electoral, en el año 1945, Perón resultó ser el candidato
natural del régimen militar surgido del golpe de 1943. Las acusaciones de
nazi-fascista, que aun, incompresiblemente, perduran resultó ser el latiguillo
de la campaña opositora a Perón, de la alianza denominada Unión
Democrática, constituida por el Partido Comunista, el Partido Socialista, la
Democracia Progresista y la Unión Cívica Radial. Los conservadores no
fueron incluidos por exigencias del comunismo.
En definitiva la Unión Democrática era la izquierda y el progresismo de la
época, o también un remedo de la social democracia que estaba
constituyéndose en Europa.
De modo que si la Unión Democrática ocupaba el espacio de la izquierda,
naturalmente Perón representaba el otro espacio, esto es la derecha, pero con
un toque distintivo, era popular, no la derecha nazi-fascista derrotada en
Europa en 1945, como él mismo lo explicó en un artículo publicado en La
Nación el 26/12/44: “El ideario político del fascismo comporta
necesariamente el propósito de crear un Estado absoluto en lo político, moral,
racial o económico. Es decir un Estado absoluto frente al cual el individuo
sería relativo. No es el objetivo de este gobierno”
Con Perón, la centro derecha asumía las banderas de la Justicia Social y la
dignificación de los trabajadores. Ya había pasado en la Argentina con otro
General, Julio Argentino Roca, cuando ordenó una investigación sobre la
situación obrera en el país e impulsó un Código de Trabajo que conservadores,
socialistas y anarquistas rechazaron.
¡Tanto le preocupó a la izquierda y al progresismo que el peronismo
sancionara leyes sociales¡ que hasta el día de hoy repiten “¡pero eran leyes de
Alfredo Palacios!” con la clara intención de no ser un significante vacío. Para
decirlo modernamente.
Ha sido la centro derecha popular quien en nuestro país se ha puesto al
hombro la situación social. A la historiografía pro peronista y al “peronismo”
actual este asunto los incomoda, por lo tanto lo niegan. Afirman que Perón
no puede ser considerado de derecha puesto que al enfrentarse con Braden
revelaba un alto espíritu antiimperialista que lo acercaba más al progresismo o
a la izquierda, tradicionalmente antiimperialista.
Pasan por alto que EE. UU., en esos años, estaba aliado a la Unión Soviética
y era tanto el desprecio de Stalin por Perón, que el dictador comunista le
manifestó a Roosevelt en las reuniones previas a la organización de la ONU:
“Los argentinos no me gustan” y el Canciller Molotov hizo lo indecible para
impedir nuestro ingreso. Recién a finales de 1947 comenzó la Guerra Fría.
El peronismo de origen consolidó su doctrina, que ya estaba en los discursos
de 1944/45, en el libro La Comunidad Organizada, que aquí no analizaremos,
pero que asumieron los principales dirigentes que provenían de distintas
corrientes políticas. Fue un movimiento con una doctrina y una conducción
clara, fue poli clasista, sí, pero no multi ideológico.
Por si quedaran dudas Perón festejó el 17 de octubre de 1953 invitando al
balcón de la Plaza a Anastasio Somoza quien alborozado alentaba a la
multitud: ¡la Vida por Perón! mientras Perón cerraba el acto vivando a
Somoza. Al año siguiente en la Plaza dijo: “vemos tres clases de adversarios:
los políticos, los comunistas y los emboscados. Respecto de los comunistas,
yo deseo desde aquí hacerles una advertencia…no se puede conceder la
libertad para atentar contra la libertad. A esos señores yo les advierto que
mientras sigan tratando de infiltrarse en las organizaciones del pueblo estarán
presos” Antes de estos hechos y frente a la huelga ferroviaria de 1951 Perón
denunció ante la conducción de la CGT: “Estos señores forman parte de un
sistema comunista puesto en marcha en todo el mundo para destruir a los
gremios y desmontar las comisiones directivas que los representan
libremente.”
A partir de 1950 Perón buscó acercarse a los EE.UU. La simpatía entre Perón
y Trujillo, dictador de Santo Domingo, era mutua. No solo le dio asilo cuando
Perón tuvo que irse de Venezuela sino que al llegar a Santo Domingo, Trujillo
le envió una pequeña carta: “Perón, usted se encuentra en su Patria. Y manda
en ella. De modo que usted hace y dice lo que se le ocurra, sin limitación
alguna, desde este momento en adelante. Así lo mando yo y así lo quiere el
pueblo dominicano.”
EL GIRO A LA IZQUIERDA
El giro a la izquierda o la alternativa izquierdista ocurrió con la proscripción
del peronismo cuando el General extremizó sus argumentos montado en la ola
mundial izquierdizante de los 60. Cometió el error de darles cobertura y
asegurar: “La revolución mundial va hacia formas socialistas; es legítimo
asociarse a Rusia para luchar contra el imperialismo.” O, ante el crimen del
general Pedro E. Aramburu, manifestarles a los asesinos: “Estoy
completamente de acuerdo y encomio todo lo actuado.” O haber permitido a
Rodolfo Puiggros integrase al peronismo no obstante su condición de
marxista, como el historiador le escribió en una carta.
Ciertamente es una de cal y una de arena, pues Perón declaró en el exilio: “que
él no era el culpable de la crisis económica y política, y que llagado el
momento emprendería la reconstrucción nacional con sus propias fórmulas
porque los desastres de 18 años no se pueden arreglar con palabras y en media
hora.” Lo que es cierto. El general Justo José de Urquiza al igual que Perón
cometió el mismo error, sumó a su Ejército Libertador a los unitarios porteños
que luego separaron a la provincia de Buenos Aires de la Nación, con las
consecuencias trágicas que esto tuvo. ¿Se podía hacer otra cosa? Buena
pregunta.
Ciertamente el General enmendó rápidamente su error. Al regresar al país y
asumir por tercera vez la presidencia volvió a las fuentes. Giró y expulsó del
poder a Cámpora, y del partido a los subversivos. Los espacios opositores
observaron que con el desplazamiento de Cámpora y la expulsión de la Plaza
de la juventud maravillosa, Perón, finalmente, era el de siempre, esto es la
derecha. (Ver declaraciones de Alfonsín, Allende, Coral, etc, etc) Es muy
ilustrativa una nota publicada en una revista francesa por el entonces joven
Pepe Eliaschev en marzo de 1974: “La sucesión vertiginosa de hechos graves
ocurridos en los últimos mees en la Argentina ha conducido a un cambio
cualitativo del gran movimiento de masas. Si la destitución del primer
presidente justicialista, Héctor Cámpora, el 13 de julio del año pasado marcó
un significativo giro a la derecha de la dirección peronista, la asunción de Juan
Domingo Perón como presidente de la República el 12 de octubre, acentuó
considerablemente ese giro.”
El mismísimo don Arturo Jauretche hizo una encendida defensa de la juventud
peronista, inmediatamente después de Ezeiza: “es de ellos esta revolución”.
Volvía a equivocarse como en el 45, cuando apoyó al General Avalos contra
Perón, o más tarde a Mercante también contra Perón. Lo fatalmente increíble
fue la actitud del general Jorge Osinde, responsable del ataque a la izquierda
en los hechos de Ezeiza, quien el 13/7/1970 le escribió a Perón: “Hay que
seguir alentando una extrema izquierda del peronismo confundido con el
castrismo nativo, en fin, que todos puedan tener un lugar en la lucha, sin que
ello signifique darles la manija.” Los errores se pagan caros siempre.
Si el antiperonismo dio la vuelta y finalmente permitió el regreso del general
Perón, el “peronismo” actual debe asumir ante el país el error de haber
cobijado a la guerrilla en sus pliegues, haberla alentado aún ante gobiernos
militares. No era necesaria la violencia elitista. Fueron las puebladas del
interior del país quienes trajeron al proscripto.
No obstante la expulsión de la izquierda, el progresismo quedó para siempre
en el peronismo, al fin y al cabo el General les había abierto la puerta. Esto ha
posibilitado que el kirchnerismo se arrogue chispazos peronistas y que Alberto
Fernández que en pocos días será invitado a asumir la jefatura de dicho
partido haya declarado recientemente, el 14/9/2020: “La Argentina quedó
dividida entre un espacio político conservador y otro progresista. Son dos
países totalmente distintos.”
¿Y el peronismo, dónde está?
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