Después de varias semanas de turbulencia política y económica, el Gobierno nacional atraviesa un momento de relativa calma y reposicionamiento. Los movimientos en el gabinete, las reuniones con gobernadores y legisladores electos y las primeras señales de apertura política marcan el inicio de una nueva etapa en la gestión de Javier Milei, caracterizada por un tono más pragmático y orientado a la construcción de consensos.
Situación actual y análisis:
La última semana fue vertiginosa en los movimientos y positiva en el impacto. El presidente Javier Milei inició una reconfiguración profunda del gabinete que sorprendió incluso dentro de su propio espacio.
• Guillermo Francos, figura clave en la relación con las provincias y articulador político del oficialismo durante casi dos años, dejó la Jefatura de Gabinete.
• En su lugar fue designado Manuel Adorni, hasta ahora vocero presidencial, quien asume con la misión de ordenar la comunicación interna y acelerar la coordinación ministerial.
• En un gesto inesperado y simbólicamente fuerte, Diego Santilli —proveniente del PRO— fue incorporado como ministro del Interior, en lo que se interpreta como un paso hacia la ampliación de la base de sustentación política.
Estos movimientos internos modifican el equilibrio de poder dentro del gobierno y envían señales claras hacia el sistema político: Milei busca estabilizar la gestión y ampliar su red de apoyos. La incorporación de Santilli, especialmente, representa una sorpresa dentro de la relación Milei–Macri y refuerza la idea de que el presidente prioriza resultados por encima de alineamientos partidarios.
En paralelo, el mandatario encabezó una reunión con 20 de los 24 gobernadores del país, además de encuentros con diputados y senadores electos, donde reafirmó que la prioridad del nuevo gabinete será avanzar con las reformas estructurales —tributaria, previsional y laboral— y con la discusión del presupuesto nacional. Este acercamiento con los mandatarios provinciales abre una ventana de diálogo que, aunque incipiente, puede marcar el tono del nuevo ciclo político.
Después de un largo período de inestabilidad, el oficialismo atraviesa una fase de reorganización. Se empiezan a delinear los rasgos estratégicos de la segunda mitad de la gestión: mayor institucionalidad, búsqueda de acuerdos y señales de apertura hacia otros espacios. La llamada “luna de miel” con los gobernadores dependerá de la capacidad del gobierno para sostener el diálogo y cumplir compromisos.
En la ciudadanía, persiste una mezcla de prudencia y expectativa. Como se observó en los análisis previos, pese a las dificultades económicas, el electorado decidió seguir apostando al gobierno. Con un discurso más moderado, Milei declaró que “lo peor ya pasó”; el desafío será demostrarlo en hechos y convencer de que las buenas están por venir.
Claves de lo que viene:
–Presupuesto 2026: primer test político de la nueva etapa, donde se medirá la capacidad de negociación del gobierno.
–Reformas estructurales: la prioridad legislativa definirá el grado de cooperación entre Nación y provincias.
–Nuevo equilibrio político: evaluar si la ampliación del gabinete y la incorporación de figuras del PRO consolidan una gobernabilidad más estable.
Enter Comunicación.
