Acuerdos que no acuerdan por Carlos Fara

Como hay funcionarios que no funcionan, parece que hay acuerdos que no acuerdan. Uno es el de los precios con los empresarios. Otro es con el FMI. Uno tercero sería con la oposición (no solo por el FMI), y quizá un cuarto más macro también con los empresarios.

Todos están en veremos, y algunos directamente en modo rechazo, como el primero y el tercero. ¿Por qué las distintas vertientes del oficialismo se estarían empeñando en hacer acuerdos en este momento? Hay algunas cuestiones estratégicas y otras tácticas.

Las estratégicas tienen que ver con la necesidad de socializar los costos de tomar medidas antipáticas, buscando un sello de calidad para cosas como el acuerdo con el Fondo. En este caso es particularmente complejo porque efectivamente el organismo se lo exige al gobierno de Alberto.

No va a ser sencillo para la oposición: todos creen que hay que acordar, pero nadie quiere comprometerse con las malas noticias. ¿Juego mezquino? Relativamente. Juntos cree que el oficialismo no es un socio de buenas intenciones, que hizo todo mal, que ahora recurre al acuerdismo porque no le queda otra -no por convicción- y que siempre trae un cuchillo por debajo del poncho. En esa lógica, muchos reflexionan “paguen el costo solos y nos vemos en 2023”. El Frente responde: “¿pero Uds. no creen que hay que arreglar con el Fondo para dar previsibilidad y no explote todo? Si Uds. van a ser gobierno, les conviene!”. Seguramente veremos una de esas escenas de película cómica en donde dos actores se van tirando una granada, donde cada uno quiere que le explote al otro. El más lento pierde. O ante la indefinición del juego, ambos corren hacia su extremo y dejan que la bomba explote en el aire.

En este juego, las palomas de ambos lados la tienen complicada. En el oficialismo porque hay varios que dijeron públicamente algo así como “Minga al Fondo” (slogan que venimos escuchando desde el inicio de la democracia). En la principal oposición porque los halcones dicen que no hay que acordar, condicionando a las palomas que solo les queda retroceder. Problema central para la campaña presidencial de Horacio Rodríguez Larreta, quien si quiere llegar deberá mostrar que puede conducir al conjunto (lección nro. 1 que no supo, no quiso o no pudo aprender Alberto).

Veamos los matices. Dentro de Juntos están los que dicen, veamos con detalle, pero no podemos dejar de firmar un acuerdo con el Fondo. Otros, como Carrió, desconfían de toda mesa de negociación, ya que creen que en ese mobiliario siempre se negocian más cosas que no aparecerán escritas en ningún lado (y por supuesto, la foto siempre es un pecado mortal) ¿Inmunidad por causas de corrupción para los dos bandos? ¿nombramiento de jueces? ¿negocios estatales para amigos mutuos? It´s complicated. Juntos para curarse en salud puede elevar el pliego de condiciones hasta el infinito, casi para que le digan que no.

Hasta acá hablamos de las razones estratégicas. Sobre las tácticas son muy obvias: el gobierno, como boxeador que va perdiendo una pelea, se abraza al rival para trabar la pelea y que el árbitro los separe una y otra vez. Así trata de tomar oxígeno para recuperarse y de paso enfriar el ímpetu ganador del adversario. Mientras tanto, en cuanto puede, pega una trompada débil sobre el costado del tórax. Recuerden: no está muerto quien pelea. Otra cuestión táctica es “pero cómo ¿Uds. no son los que se la pasan hablando diálogo y las políticas de Estado, y ahora que los llamamos por algo importante se borran?” diría el gobierno. Esta es la táctica de mostrar contradicciones ajenas para tener una coartada política.

Con toda esta descripción, el acuerdo con el FMI que de por sí no es fácil, se complica más con la política argentina. ¿Un gran lío? Sí, sobre todo porque esto es para arreglar un acuerdo previo que firmó Macri, excusándose en la deuda que le dejó Cristina. El juego del gran bonete. Lo cierto es que la administración Fernández viene muy en mora con “el organismo maldito”, y en Washington no creen en lágrimas. Esa negociación ni siquiera ha empezado y le puede venir algo peor: el nuevo director para el Hemisferio Occidental del FMI, el economista israelí-brasileño Ilan Goldfajn, ex presidente del Banco Central de Brasil. Recuerden ese nombre porque le puede traer muchos dolores de cabeza a la Argentina.

Teniendo en cuenta el no acuerdo por los precios, el acuerdo súper demorado con el Fondo, el acuerdo muy resistido por la oposición, será muy difícil que los empresarios –que son mucho más que los 8 que fueron al almuerzo con el presidente- se sienten a negociar algo. Nadie querrá dar el primer paso, pisar una mina y que le vuele una pierna. Eso, mejor que lo haga otro. Es decir, o hay mesa global –donde algunos “poderes fácticos” tienen poder de veto- o no hay mesa. Y en el medio, a esperar los resultados del 14 de noviembre.

En un gobierno con funcionarios que no funcionan era lógico que su consecuencia natural fuese acuerdos que no acuerdan.

Fuente: 7miradas.com

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