El uso de inteligencia artificial aplicada a la portada de los libros provoca una nueva polémica por estos días en las librerías españolas, que decidieron retirar una novela histórica de la escritora inglesa Katherine J. Chen titulada «Juana de Arco» tras la denuncia de un conocido artista que denunció que la tapa del texto generada con esta tecnología presentaba incongruencias anatómicas, además de cuestionar su utilización por el perjuicio que genera para el oficio la amenaza de que el trabajo humano sea reemplazado por el de las máquinas.
Hace unos días, la editorial Planeta a través de su sello Destino lanzó al mercado esta novela sobre la joven guerrera francesa que fue quemada en la hoguera en el marco de las turbulentas relaciones entre Inglaterra y Francia, allá por el siglo XV. «Una novela apasionante sobre la mujer que logró desafiar todas las convenciones», la presentaban desde la contratapa en un texto que se convirtió casi en una paradoja: todo lo que pudo sortear la heroína gala no lo logró la obra basada en su vida, cuya circulación está frenada por un conflicto ligado a la ilustración del texto.
Todo comenzó cuando el ilustrador David López, que ha trabajado para Marvel y DC como dibujante de las series «Capitana Marvel» o «Catwoman», publicó en la red social X (antes Twitter) un mensaje con ocho puntos que supuestamente demuestran que la cubierta la había diseñado una IA. «El mechón sale de la frente. Indecisión, la textura es a veces armadura de cuero y otras veces metal. Bandera a ninguna parte. Soldados desdibujados sin criterio. Cosas colgando sin definir. Articulación de la armadura sin criterio. No va a la mano», detallaba el artista los aspectos que a su criterio evidenciaban la ausencia de un profesional de la ilustración detrás del diseño y su reemplazo por un sucedáneo tecnológico.
El posteo con estos indicios, fue acompañado por otro donde el dibujante pedía explicaciones a la editorial: » @EdDestino, podéis aclarar quién es la persona que ha hecho la ilustración de esta portada? Es broma, se nota que es IA», arranca su reclamo. No conforme, López comparó la situación con las exigencias habituales a los ilustradores: «Cuando pagabais a ilustradores seguro que mirabais mejor el trabajo y pedíais correcciones».
«Hay muchas pruebas. Todas las imágenes realizadas por IA se parecen bastante, con un dibujo fotorrealista con gente anodina y que responde a cánones de belleza estrictos: narices pequeñas, pómulos altos, cuellos imposiblemente largos y los ojos son de dos personas distintas. También la IA tiene muchos problemas para dibujar partes donde el pelo interactúa con las orejas. El rostro tiene como un acabado muy perfecto, pero el fondo está desdibujado y no hay rastro de ninguna pincelada», explicó López al periódico El País.
A sus críticas se sumaron luego varios tuiteros y una pequeña librería de Barcelona que anunció que devolverá a la distribuidora todos los ejemplares que estén ilustrados por una aplicación de Inteligencia Artificial: «Somos una librería pequeña y no tiene mayor importancia lo que hagamos, pero avisamos: vamos a devolver a la distribuidora absolutamente todos los libros que recibamos que estén ilustrados por una IA», publicó el negocio que lleva el nombre de La Llama Store.
«La inteligencia artificial se ha nutrido del trabajo de miles de ilustradores para generar pastiches imperfectos sin pagar derechos de autor. ¿Vamos a ser capaces de detectar libros escritos por ChatGPT? No, del mismo modo que no seríamos capaces de detectar una novela plagiada… pero si se hiciera público que es un plagio, la retiraríamos de nuestra tienda», explicó luego a El País, Kike García, propietaria de esa librería,
Los libreros aclaran que no están en contra de la IA y entienden que es una herramienta como lo fue el Photoshop en su día. Su objeción, dicen, es el uso no renumerado del trabajo de artistas: «Esto nos parece injusto y pernicioso para unos artistas que ya son machacados, no lo vamos a aceptar», señaló al diario español, Alberto Haj-Saleh, librero de Casa Tomada, otra de las que se han unido a la causa junto a La Llama Store, Nuevo Nueve, LES Editorial, Fandogamia o La Imprenta, entre otras. Todas ellas decidieron retirar los ejemplares de «Juana de Arco» de sus estanterías y devolverlos a la editorial.
Por su parte, consultada por El País, Planeta aseguró que la cubierta «la hizo un diseñador del equipo utilizando programas de diseño habituales que contienen desde hace tiempo utilidades de IA».
«Que una de las editoriales con mayor volumen de facturación decida que sus portadas la haga una IA no es ético. Puedo entenderlo cuando una persona se autopublica para sacarlo en Amazon, entiendo hasta cierto punto que use ese método, pero una editorial como esta, con un lanzamiento potente, ¿para qué haces eso?», sostuvo por su parte Carla Berrocal, ilustradora que invitó a otros artistas a no trabajar con el sello hasta que no se comprometan a abandonar esa praxis.
El área editorial de Planeta hizo su descargo y aseguró que su departamento de arte y diseño está formado por más de 30 profesionales: «Detrás de todas nuestras portadas hay y habrá siempre un equipo humano de diseñadores y editores que trabajan y supervisan las ideas, concepción y ejecución de las cubiertas», dijeron desde el sello.
Ese contrapunto por la portada del libro se produce solo tres meses después de que los organizadores de la Feria del Libro de Madrid tuvieran que pedir disculpas tras detectarse que una campaña lanzada en redes sociales para alentar a asistir a la próxima edición del evento había sido diseñada por Inteligencia Artificial (IA) y que se había prescindido para elaborarla del trabajo de ilustradores profesionales.
El conflicto se había desencadenado en noviembre pasado cuando comenzó a circular la imagen que promociona la próxima edición del emblemático evento librero -que tendrá lugar a partir del 31 de mayo del 2024- y la guionista española Diana Rojo detectó que se había realizado mediante IA al observar la ausencia de extremidades en alguna de las figuras humanas de la ilustración, que mostraba a tres niños comiendo helado, pero con proporciones erróneas o deformidades y donde también se veía a dos personas caminando, una de ellas con la cara desfigurada.
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