La Supercopa de Europa es presentada por la UEFA como la primera prueba para llevar al público de vuelta a los estadios de fútbol. Sin embargo, el avance de la pandemia de coronavirus ( COVID-19 ) preocupa a los aficionados, que pudieron ver en vivo a su amado club, pero prefirieron rechazarlo por temor al contagio.
En las últimas horas, unos 800 aficionados del Bayern Munich han devuelto sus entradas para la final del partido de la Supercopa del próximo jueves contra el Sevilla, que se jugará en Budapest, Hungría.
Los nuevos campeones de la Liga de Campeones habían vendido 2.100 de las 3.000 entradas disponibles, mientras que el equipo español que ganó la Europa League sólo vendió 500 de las 3.000 entradas disponibles.
En este contexto, el Puskas Arena, que tiene una capacidad de 67 mil, tendrá menos de 2.000 fans alemanes y españoles. De momento queda por ver cuántos asientos comprarán los residentes húngaros, aunque se espera que no lleguen ni al 30% de la capacidad que la UEFA ha permitido para esta prueba piloto.