Así evaluó una de las voces centrales de la Campaña por el Derecho al Aborto los argumentos presentados contra el proyecto en las exposiciones que se oyeron en el Senado.
Marta Alanis, fundadora de la organización Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) y una de las voces centrales de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, consideró, tras las exposiciones de diputados y senadores sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que «del lado verde esta la razón, mientras que del celeste lo único que presentaron es el dogma».
El maratónico debate en donde por más de 20 horas diputados y diputadas manifestaron sus argumentos a favor y en contra del proyecto de ley de la IVE culminó con la aprobación por 131 votos contra 117 y 6 abstenciones.
Tres días después comenzó el tratamiento en comisiones donde además de las argumentaciones de los senadores, expusieron especialistas propuestos por ellos mismos para abordar la temática desde distintas aristas.
«Ya hemos escuchado a todos y del lado verde (a favor del aborto) está la razón porque hemos argumentado con los mejores exponentes desde la ciencia, la teología, la salud; mientras que del lado celeste (en contra) lo único que presentaron en el dogma, así no puede haber debate. Los dogmas cierran el debate», aseguró Alanis en diálogo con Télam.
-Télam: ¿Por qué crees que «lo único que presentaron fue el dogma»?
-M.A.: Porque así no puede haber debate, los dogmas cierran el debate. Respeto las dudas y las creencias de cada uno, pero en un Estado laico, estas creencias son para sus vidas personales y no para imponérselas a todos.
La legalización del aborto implica una opción para aquellas mujeres que quieren interrumpir el embarazo, una opción digna. No recomendamos el aborto, no aconsejamos que lo hagan, no lo promovemos, pero queremos que si una mujer lo decide lo haga con libertad y el amparo del Estado. Siempre será el último recurso, por eso pedimos educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.
La legalización del aborto implica una opción digna para aquellas mujeres que quieren interrumpir el embarazo.
-T: ¿Cómo se conjuga, entonces, el ser católico o católica con el feminismo y estar a favor de la interrupción voluntaria del embarazo?
-M.A.: El ser católico, católica y ser feminista son diferentes identidades que tenemos, a veces participamos de diferentes organizaciones, hay muchas feministas católicas porque hay muchas católicas que se reconocen feministas, muchas son, incluso, gente que ha tenido una trayectoria importante dentro de la iglesia o en la teología.
A la Iglesia Católica como institución, como a los partidos políticos y otras instituciones uno pertenece porque adhiere a un alto porcentaje de sus premisas y valores, pero no siempre hay una adhesión en un 100 por ciento, la teología de la liberación también fue una disidencia, fueron teologías que surgieron desde los márgenes desde los oprimidos y la teología feminista surgió desde la opresión de género.
-T: Entonces, no hay una contradicción entre ser católica y ser feminista.
-M.A.: La teología feminista es maravillosa, estudiando los mitos y la historia se deconstruyen muchos mandatos propios del patriarcado que la religión contribuye a que perduren año tras año. Entonces las que somos católicas y feministas hacemos un aporte a los cambios tanto en la sociedad como en la iglesia, a veces somos más feministas que católicas y a veces al revés.
La fe que aprendimos de niñas no es la misma porque dejamos de creer en el pensamiento mágico, es una adhesión al núcleo central de los valores del cristianismo, al que adherimos de corazón, pero no al pensamiento mágico ni a los mandatos de una jerarquía masculina. No lo vivimos como una contradicción.
-T: ¿Se puede ser «un buen católico» y estar a favor del aborto?
-M.A.: En general, los católicos y católicas en su vida cotidiana, en la vivencia de la sexualidad no acatan las normas, hay un desacato silencioso a los mandatos de la jerarquía. En cambio la doctrina es mucho más flexible y dice que ante los dilemas éticos es la propia conciencia de a persona la que debe decidir y no a través de la obediencia, sino a través de una profunda reflexión. La persona que debe afrontar la difícil decisión de un aborto es la que debe decidir y tiene libertad de conciencia para hacerlo, eso no lo dice nunca la jerarquía. Entonces se puede ser católica y estar a favor del aborto porque la legalización significa una opción digna para la mujer que decide interrumpir un embarazo, mientras que el aborto clandestino lleva a las mujeres a muchos riesgos de salud y a veces a la muerte.
-T: Planteada esta diferencia entre dogma y doctrina, ¿qué es lo que más te identifica como católica?
-M.A.: La iglesia que yo conocí siempre estuvo a favor de pobres, de las personas más débiles, de las que tenían menos recursos para enfrentar la vida, en eso la Iglesia ha formado en tener un respeto por las personas que menos tienen, en ayudar en colaborar, pero la mejor manera de hacer esto es apoyando un sistema que no sostenga la terrible desigualdad que se vive. Se tratan de calmar las consecuencias de la desigualdad, pero no se atacan las causas.
El papa Francisco ahora acaba de condenar el neoliberalismo, pero aún la Iglesia no ha llegado a entender la opresión de género y sigue en una postura masculina y machista.
-T: Iglesia y Estado, ¿asunto separado?
-M.A.: Desde el Concilio Vaticano II la misma Iglesia reconoce la necesidad de la separación de la Iglesia del Estado, también los sectores no religiosos que reivindican el Estado laico ya que no quieren que éste gobierne a través de los dogmas de las iglesias.
Esto tendría que haber dejado de ser hace mucho tiempo atrás, por eso admiro la valentía del presidente Alberto Fernández, que fue firme y dijo que el aborto no es un tema de la religión, es un tema del Estado y que por eso se va a legalizar el aborto.
La Conferencia Episcopal le negó el saludo navideño y bueno, el saludo navideño se lo daremos las mujeres. Iglesia y estado, bien separados.