Los especialistas destacan que por inspiración de la moda francesa, las mujeres usaban vestidos talle imperio y el cabello a la usanza griega. Los hombres de clases acomodadas usaban levitas, y para todos, el poncho eran una opción para protegerse de las inclemencias del tiempo.
Curiosamente, el dato no surgió de un ensayo académico, sino de las redes sociales. De un video que difundió la periodista de moda y creadora de contenido, Juliana Borobio, conocida como Lessie, quien indaga en la historia de la moda en su cuenta de Instagram intravenous_sugar. En su publicación la periodista y creadora digital desmiente la mayoría de las imágenes de los manuales escolares: ni grandes peinetones, ni miriñaque ni paraguas para todos y todas.
Los mitos
Manuelita Rosas con su vestido armado, retratada pro Pridiliano Pueyrredón.
Cuando se cumplen 205 años de la Declaración de la Independencia Lessie expuso sus argumentos para desterrar estos errores instalados en el imaginario popular y detalló cómo se veían los criollos y las criollas que gestaron la Independencia. “El miriñaque no se patentó hasta 1850”, apunta la especialista, a la vez que señala que la imagen tradicional de las damas con vestidos con faldas circulares, armadas con dispositivos compuestos por alambres. Esas postales, según Lessie podrían corresponder a la época rosista, como lo prueba el cuadro de Manuelita Rosas que pintó Pridiliano Pueyrredón y está en el Museo Nacional de Bellas Artes.
La siguiente pieza que la influencer rechaza y que jamás ha faltado en los disfraces de dama antigua de los actos escolares son los grandes peinetones. Y para eso apunta un dato incuestionable: el creador de aquellos ornamentos que que fueron incrementando su tamaño y distinguieron solo a las damas del Río de laPlata, fue Manuel Masculino, un fabricante de peines de marfil y de carey que llegó a Buenos Aires recién en 1823. Parece ser que las grandes «cornamentas» también se impusieron en la época rosista donde tenían !toques» políticos: las imágenes del Estaurador o su mujer Encarnación Ezcurra. Las mujeres de la época posterior a la revolución apenas usaban peinetas y rigurosas mantillas si iban a escuchar Misa.
Los peinetones amplios surgieron después de 1823 cuando llegó al Río de la Plata su creador, Manuel Masculino.
Por último, Lessie recuerda un dato que está más difundido: los paraguas tan emblemáticos de los cuadros de la gente agolpada frente al Cabildo exigiendo saber de qué se trata eran demasiado costosos para que se usasen masivamente en la época, y en el Tucumán de 1816 también solían ser un artículo de lujo.
Levitas y talle imperio
A la hora de definir cómo se veían las damas y los caballeros en los primeros años de la Patria, Lessie cuenta que las mujeres patricias de la época imitaron a las europeas y retomaron, después de la Revolución Francesa, los valores clásicos de Grecia y Roma. Por eso sus vestidos pasaron de ser de corte a la cintura a corte imperio, con reminiscencias de las túnicas que se usaban en la Antigüedad. “Esa misma tendencia se trasladó al Río de la Plata con una diferencia: que los vestidos eran más cortos porque las calles todavía eran de barro”.
Para ejemplificar cómo se veía la silueta de la señoras de entonces, Lessie apunta al famoso cuadro en el que Mariquita Sánchez de Thompson entona el himno nacional por primera vez. En él la patriota famosa por sus tertulias tiene un vestido talle imperio y un peinado de rizos de inspiración neoclásica, bastante parecidos a los que popularizó en Francia, Josefina Bonaparte.
Mariquita Sánchez de Thompson y su vestido talle imperio en un óleo de Pedro Subercasseaux.
“Los vestidos de las mujeres eran largos hasta el suelo, con cola, cintura bajo el pecho, escote grande, manga corta voluminosa. Usaban generalmente guantes largos hasta el codo, pañuelos, chales, sombreros, plumas, collares, pendientes, diademas, peinetas”, enumera el historiador Fabián Ucello, autor junto a Raquel Prestigiacomo de “La pequeña aldea. Vida cotidiana de Buenos Aires entre 1800 y 1860”, y director del elenco de recreación histórica “El Museo Viajero” que funciona en el Museo Saavedra.
La moda con toques políticos
“Los cambios en la moda son, por lo general bastante caprichosos, aunque hay que reconocer que a veces responden a cuestiones sociales, como lo que aconteció en nuestro país luego del 23 de mayo, cuando resultó imperioso distinguirse de los hispánicos para no pàsar por “godo” “, cuentan los historiadores en el libro.
Entre las mujeres también sucedió esta división. Por entonces se podía diferenciar a las patricias ideológicamente por su peinado. Parece ser que las que adherían a las ideas independentistas y a los ideales de la Revolución Francesa adoptaban, como Mariquita, los peinados a la usanza griega por eso, con cierta sorna, se las llamaba “peladas”. en cambio las más conservadoras y aferradas a los valores de la monarquía española preferían rodetes más elaborados y, por asociación con una confitura que viene de aquella época, se las llamaba “pan de leche”.
Como faro para elegir indumentaria y accesorios, las damas del Río de la Plata tenían su vista puesta en Francia. Los caballeros, sin embargo, preferían los dictados de la moda de Inglaterra.
Pero la moda rioplatense no carecía de una impronta local. Parece ser que el poncho merecería reemplazar en las ilustraciones de la época al paraguas, ya que su uso era mucho más popular. “Se usaba mucho los días de lluvia así que en aquellas pinturas de la Plaza de Mayo lloviendo es más probable que la gente haya tenido poncho que paraguas”, apunta Lessie.
Respecto de los varones, una publicación del Ministerio de Cultura de la Nación apunta a que se distinguían por su indumentaria. Solo los más acomodados podían usar levitas, fracs, jacqués y smokings, de clara tradición inglesa, al igual que los géneros que se usaban en su confección. Los pobres no podían adoptar esta moda, ni siquiera usaban camisa debajo del poncho, por eso eran “descamisados”, un término que ya se aplicaba en Inglaterra desde el siglo XVII. En Francia, en cambio, los pobres eran los “sans culotte”, que eran los pantalones ajustados casi como calza que lleva Belgrano en algunos de sus retratos más famosos. Esa prenda era un lujo que pocos podían darse.
«Viaecitos de Independencia», una obra de recreación histórica con acento en la vida cotidiana, la moda y el transporte.
Para conocer un poco más sobre cómo se vestían y cómo viajaban los hombres y las mujeres que gestaron la Independencia, el elenco del Museo Viajero ofrece su obra “Viajecitos de Independencia” junto a algunas actividades para hacer en la escuela o compartir en familia en su plataforma de streaming, mientras planean la vuelta a la presencialidad con todos los protocolos para cuidar a chicos y grandes.
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