Gobierno peruano prorroga el toque de queda en la ciudad sureña de Puno

El Gobierno peruano prorrogó por 10 días la vigencia del toque de queda en la sureña Puno, uno de los centros neurálgicos de las protestas, tras una nueva jornada de manifestaciones que dejó varios heridos en Lima, hasta donde llegaron marchas de todo el país, en momentos en que el país empieza a sentir la escasez de algunos productos básicos debido a los bloqueos.

La prórroga es complementaria al estado de emergencia dispuesto en el marco de la escalada en la conflictividad social en esta ciudad de la sierra peruana, donde ayer se registraron manifestaciones y represión.

El decreto, publicado anoche en una edición extraordinaria del boletín de Normas Legales del Diario Oficial, precisa que durante la «inmovilización social obligatoria» las personas pueden circular por las vías de uso público para la adquisición, producción y abastecimiento de alimentos, lo que incluye su almacenamiento y distribución para la venta.

En paralelo, los bloqueos en varias rutas del país empezaron a provocar escasez de algunos productos básicos y aumentos en los precios de combustibles y alimentos en provincias del sur andino, tras seis semanas de crisis política y social.

La escasez de gas licuado de petróleo (GLP), principal suministro para vehículos y uso doméstico en Perú, se empezó a sentir en los servicios de venta de las regiones sureñas Arequipa, Tacna y Puno, que alegan en sus manifestaciones ser las más pobres, olvidadas y discriminadas por sus poblaciones de mayoría indígena.

«Ya me informaron que el GLP se acabó en Arequipa», dijo Alexander Cornejo, representantes de los taxistas, en alusión a la situación en esta zona donde unos 7.000 taxistas sufren el desabastecimiento de combustible, informaron la radio local RPP y la agencia de noticias AFP.

Por la escasez, los comerciantes de mercados de la ciudad de Puno triplicaron los precios de artículos como la papa y el tomate.

Según las autoridades del Transporte, hoy se reportaron 85 piquetes que bloqueaban el paso en rutas de nueve de las 25 regiones peruanas que exigen la dimisión de Boluarte y los camiones que llevan los alimentos se encontraban varados en las carreteras de las regiones de Ica y Puno.

Perú vive una ola de protestas desde el 7 de diciembre pasado, cuando el Congreso destituyó a Pedro Castillo, horas después de que anunciara el cierre del Legislativo y el establecimiento de un Gobierno de excepción con supresión de garantías constitucionales, tras varios intentos de los bloques opositores de removerlo de su cargo.

Durante las protestas murieron 46 personas en enfrentamientos, nueve por accidentes de tránsito y hechos vinculados a bloqueos y un policía por hechos de violencia en el contexto del conflicto, informó la Defensoría del Pueblo en su último reporte.

Ayer, cuando Lima vivió su jornada de protesta más violenta, con varios heridos por perdigones y piedras, la convulsión social obligó a un nuevo cierre del aeropuerto de Cusco, epicentro del turismo en Perú.

En el centro de la capital se registraron enfrentamientos y una fuerte represión contra los manifestantes encapuchados, y el casco histórico se convirtió en un campo de batalla donde volaron bombas lacrimógenas. 

Dos fotógrafos de medios internacionales, uno de ellos de la Agencia France-Presse, recibieron impactos de perdigones y piedras en una de sus piernas mientras cubrían la manifestación que, convocada por campesinos y estudiantes universitarios.

En la región Ica, 300 kilómetros al sur de Lima, ocho suboficiales de la Policía Nacional del Perú (PNP) resultaron heridos en un ataque al margen de una multitudinaria manifestación para bloquear un tramo de la carretera Panamericana Sur, informó el Ministerio de Interior.

«Nosotros, todo el pueblo peruano, no vamos a dar tregua. No tenemos nada que hablar con la señora (la presidenta Dina) Boluarte. La señora sabe muy bien: lo único que quiere el pueblo es que renuncie y que haya nuevas elecciones», dijo Carlos Avedano, un campesino de 35 años, que llegó a Lima desde Andahuaylas, una ciudad a 754 kilómetros al sureste de la capital.

En Cusco, 1350 kilómetros al sur de Lima y donde se produjeron las protestas más violentas que se saldaron con 18 muertos a principios de enero, ingresó un contingente militar marchando por la calle principal, exclamando arengas en defensa de la patria.

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