Reconocido como el artífice de las políticas económicas del gobierno de Evo Morales, Luis Arce enfrentaría retos muy distintos a los que tuvo en el pasado, de confirmarse los resultados preliminares que lo dan como ganador de las elecciones presidenciales de Bolivia.
«Una cosa es administrar la abundancia y otra cosa es administrar la escasez», le dice a BBC Mundo Juan Antonio Morales, expresidente del Banco Central y profesor de la Universidad Católica Boliviana.
Arce fue ministro de Economía y Finanzas en la mayor parte de los casi 14 años en que Morales -actualmente asilado en Argentina- estuvo en la presidencia, un período en que el país se benefició del llamado «boom de las materias primas» y el gobierno logró mejorar sustancialmente las condiciones de vida de la población.
Economista de 57 años de edad, egresado de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz y la universidad británica de Warwick, Arce estuvo a cargo de las finanzas de un país que elevó su Producto Interno Bruto (PIB) de US$9.500 millones a más de US$40.000 y redujo la pobreza de 60% a 37%, según datos oficiales.
Aquella bonanza permitió que el gobierno implementara políticas sociales para apoyar a los sectores más desfavorecidos e impulsara millonarias inversiones en empresas públicas y en la industrialización de sectores como el gas natural, principal producto de exportación del país.
Tomamos decisiones adecuadas que llevaron a nuestro país a liderar varios indicadores económicos y sociales en la región», dijo Arce cuando se convirtió en el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) a la presidencia.
Con la idea de diversificar la matriz productiva del país y darle impulso a nuevos programas de industrialización de gas natural y los grandes yacimientos de litio, Arce tendría la tarea de recuperar el crecimiento económico en medio de una pandemia y la peor crisis global de las últimas décadas.
El coronavirus, que en Bolivia dejó hasta ahora casi 140.000 contagiados y más de 8.400 muertos, acentuó los problemas económicos que se arrastraban desde fines de 2014, cuando comenzó a agotarse la época de oro de los commodities.
De hecho, organismos internacionales proyectan una caída del PIB boliviano en 2020 superior al 8%, una contracción que se produce en un contexto de aguda polarización política.
Cualquiera sea el gobierno que tome las riendas del país en noviembre, tendrá que hacerse cargo de una de las crisis económicas más complejas que el país ha vivido en su historia reciente. Y para eso, sostienen analistas entrevistados por BBC Mundo, es fundamental que se genere un mínimo nivel de estabilidad y paz social, que permita la construcción de acuerdos políticos entre los distintos sectores de la sociedad.
Estos son tres de los retos económicos que deberá enfrentar el próximo gobierno de Bolivia.
1-Disminuir el déficit fiscal
Uno de los mayores problemas de la economía de Bolivia es el déficit fiscal, que ha crecido durante los últimos años ante la reducción de ingresos para solventar el gasto público.
El país lleva aproximadamente seis años de déficit público con una media superior cercana al 7%, mientras que el actual gobierno proyecta que este año podría elevarse a cerca del 12% debido a la pandemia.
«El déficit ha llegado a un nivel crítico», dice José Péres-Cajías, profesor de Historia Económica de la Universidad de Barcelona.
Plantea que el gobierno de Morales acumuló reservas internacionales durante la época de las «vacas gordas», pero que a partir de 2015 éstas comenzaron a caer.
La gran pregunta es de dónde sacar el dinero que el país necesita para disminuir ese déficit, cuando hay muy poco espacio para hacer una reforma impositiva.
«Hay que traer recursos desde el exterior», señala José Gabriel Espinoza, economista y director del Banco Central de Bolivia, explicando que es muy difícil que Bolivia supere la crisis sin financiamiento externo, ya sea de organismos internacionales o de los mercados.
«El sistema financiero está estresado. Hay que evitar que una crisis de liquidez se vuelva una crisis de insolvencia», apunta.
Junto a eso, el nuevo gobierno se verá en la encrucijada de buscar la manera de ayudar a las familias y a las empresas para reprogramar sus deudas cuando las ayudas lleguen a su fin.
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«Necesitamos inyectar liquidez», agrega Espinoza, para aumentar el consumo y la inversión del sector privado.
A un alto déficit fiscal se suma la progresiva caída de las reservas internacionales y la sobrevaluación del tipo de cambio (1 dólar por 6,97 bolivianos), que está prácticamente congelado desde 2011.
Mientras algunos economistas creen que se debe sincerar el valor real del boliviano con una devaluación progresiva de la moneda para avanzar hacia un sistema de flotación libre del tipo de cambio, otros opinan que por ahora es una medida impracticable que desestabilizaría al país.
2-Reconstruir una economía devastada por la pandemia
«Por el efecto de pandemia y las expectativas de un rebrote, es difícil que el sector privado tome impulso», plantea el economista Juan Antonio Morales.
En un país donde más del 70% de la población activa trabaja en la informalidad el empleo ha sido golpeado duramente. «Hay sectores donde la caída ha sido brutal, como la minería», dice Morales.
Y aunque los precios de los metales han experimentado cierta recuperación, el problema es que la producción ha bajado sustancialmente.
A esta situación se agrega el grave problema estructural de que los hidrocarburos se están agotando.
«Nos estamos quedando sin sector exportador», apunta el economista. La producción de gas natural ha estado cayendo y la explotación del litio aún requiere traspasar barreras para ser competitivo.
En ese escenario, sostiene que si Luis Arce continuara con el mismo modelo económico que implementó durante los gobiernos de Morales, sería insostenible.
Lo que se requiere en estos tiempos, dice, es una reforma al modelo económico para que no dependa tanto de las inversiones públicas y se logren acuerdos con el sector privado.
Lo que aún no está claro es si Arce incluiría modificaciones a su programa económico o si aplicaría la misma receta de años anteriores con el fin de continuar bajando la pobreza y cerrando la brecha de la desigualdad, considerado uno de los grandes aciertos del MAS.
3-Diversificar el aparato productivo
Bolivia, como muchas otras economías latinoamericanas, sigue dependiendo de la exportación de recursos naturales.
Si las reservas de hidrocarburos están disminuyendo, al tiempo que el país no ha logrado diversificar el aparato productivo, es posible que el sistema económico termine convirtiéndose en una bomba de tiempo.
Expertos señalan que si el peso del desarrollo solo está puesto en la inversión pública, eso no será suficiente para avanzar en las condiciones actuales, considerando que además en los últimos años se construyeron algunos «elefantes blancos» que no tuvieron viabilidad económica.
José Gabriel Espinosa afirma que si se confirma la victoria de Luis Arce, hay señales de que el nuevo gobierno continuaría promoviendo el modelo económico aplicado en años anteriores.
«No se puede apuntalar el crecimiento con la misma política anterior», agrega, particularmente con el alto déficit fiscal y con el Estado como principal exportador del país.
Y «no es viable sostener el crecimiento con obras públicas», subraya.
Los desafíos económicos para Bolivia son enormes. La tasa de desempleo en las ciudades se disparó del 6,6% al 10,5% entre enero y agosto, según datos oficiales, fundamentalmente por la cuarentena decretada desde marzo.
Y si se tiene en cuenta que gran parte del empleo en Bolivia es informal, la escasez de trabajo es mucho más aguda.
Por otro lado, la crisis sanitaria aún no ha menguado y la división política no es una herida que podrá sanar rápidamente.
De todos modos, la amplia ventaja que obtuvo Luis Arce en los comicios -según los sondeos a boca de urna- muestra que las ganancias sociales conseguidas durante su gestión, no pasaron al olvido.
El tema ahora es cómo enfrentar una nueva etapa con alto endeudamiento y una pandemia que se niega a desaparecer.
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