El ejercicio aeróbico colabora a disminuir la presión ocular –un factor que podría ayudar a frenar el avance del glaucoma–, una enfermedad que afecta a un millón de personas en Argentina, es la principal causa de la ceguera irreversible y pocas veces presenta síntomas, por lo que especialistas recomiendan controles oftalmológicos para prevenirla, en el marco del Día Mundial del Glaucoma que se conmemora el domingo.
Se calcula que en Argentina la patología afecta a un 2% de los mayores de 40 años y a entre un 6% y 8% de quienes tienen más de 80.
Por eso, se estima que hay aproximadamente un millón de personas con esta condición, aunque la mayoría lo ignora por la ausencia de sintomatología.
El titular de la Asociación Argentina de Glaucoma, Marcos Geria, aseguró a Télam que la práctica deportiva de ejercicios aeróbicos, como caminar, correr o el ciclismo «tiende a disminuir la presión intraocular de manera notable, aunque de forma transitoria, volviendo a los valores iniciales unos 40 minutos después de finalizar la actividad».
«Pero se ha demostrado que las personas que realizan ejercicio de forma rutinaria mantienen valores de presión intraocular más bajos en reposo que las que no lo practican, lo que podría ayudar a frenar la progresión del glaucoma», remarcó el especialista.
Sin embargo, no todos los ejercicios son aconsejables para los pacientes con esta patología ya que muchas actividades implican fuerza y contención de la respiración, lo que puede aumentar la presión intraocular del mismo modo que «algunas posturas de yoga en las que se baja mucho la cabeza o el uso de antiparras para natación que se ajusten muy cerca del ojo», aclaró.
Geria afirmó que del total de personas que padecen glaucoma «el 50% está subdiagnosticada».
«Es una situación sobre la que es importante tomar medidas cuanto antes para conservar la salud visual y la calidad de vida de la población», añadió.
La edad es el principal factor de riesgo para desarrollar glaucoma, patología que suele ser más frecuente a partir de los 40 años, y en la que influye la herencia familiar que multiplica entre 4 y 8 veces el riesgo.
Enfermedades como la diabetes, la miopía e hipermetropía son otros factores que incrementan las posibilidades de padecer esta enfermedad que es progresiva y se caracteriza por el carácter degenerativo del nervio óptico que produce un daño en el campo visual.
«Cuanto antes se diagnostique el glaucoma, menor será el daño sobre el nervio óptico y mayor será la visión que la persona podrá conservar; por eso es tan necesario realizar controles de la vista», señaló el oftalmólogo del Hospital de Clínicas, Javier Casiraghi, ex titular del Consejo Argentino de Oftalmología (CAO).
En tanto, Geria explicó que la enfermedad «no suele tener síntomas porque si uno de los dos ojos está más dañado, el otro tiende a compensar la disminución de la visión o el cerebro ‘rellena’ esas zonas del campo visual, por lo que la persona no se percata de que ve menos, lo que habilita el avance de la enfermedad».
Para detectar el glaucoma se mide la presión ocular y realiza un fondo de ojo, un procedimiento no invasivo que dura pocos minutos.
Respecto de cuándo realizarse chequeos para diagnosticarlo a tiempo, la Asociación Mundial de Glaucoma recomienda hacerlo cada dos o cuatro años antes de los 40 años, y máximo cada tres entre esa edad y los 60. A partir de los 60 el período se reduce a un máximo de dos años.
Sin embargo, la frecuencia de los controles dependerá del riesgo que cada persona tenga en particular.
Si bien son muy pocos los casos en niñas y niños, la titular del servicio de Oftalmología del Hospital Garrahan, Viviana Abudi, indicó que en esa población «el glaucoma más urgente y que requiere un tratamiento quirúrgico inmediato es el congénito y el de niños por debajo de los 5 años».
«El glaucoma del adulto tiene su gran víctima que es el nervio óptico y el del niño o niña además de afectarlo va a generar un aumento del tamaño del ojo, lo que provoca miopía y astigmatismo miópico porque la córnea aumenta de tamaño y a veces se rompe y se llena de líquido», explicó a Télam Abudi.
La oftalmóloga señaló que además de la disminución de la vista los pacientes pediátricos «tienen fotofobia, dolor e irritabilidad».
«La patología se produce por una alteración en la rejilla de salida del líquido del ojo, lo que aumenta junto con la presión ocular, y eso terminaría colapsando las arterias que le dan de comer al nervio óptico, que es el cable que conecta al ojo con el cerebro. De tal manera que ese cable se iría muriendo porque son neuronas», detalló.
Según la especialista, el glaucoma congénito se ve «en los niños que nacen con ojos muy grandes, pestañas muy arqueadas y a veces también presentan un color gris, porque la córnea se llena de líquido».
«En algunos casos el paciente nace con menos síntomas, son formas más tardías o secundarias a otras enfermedades del ojo o puede aparecer en pacientes que fueron operados de catarata infantil o que reciben tratamiento por corticoide por trasplantes o enfermedades autoinmunes», apuntó.
Para prevenir la enfermedad o detectarla en forma temprana, Abudi acompaña la recomendación de la Asociación Argentina de Oftalmología Infantil que llama a realizar controles preventivos en los primeros meses de vida, con dilatación pupilar y fondo de ojo, un nuevo chequeo a los 6 meses y luego al año cuando se evalúa el uso de anteojos.
Luego se deben repetir los controles «fundamentalmente por el uso de pantallas ya que los pacientes actualmente están teniendo más miopías».
El CAO realizará el 21 de abril una campaña nacional abierta y gratuita a la comunidad en diferentes centros de salud y hospitales públicos para reforzar los controles, concientizar sobre la enfermedad y recordar la importancia de acudir al oftalmólogo.
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